Con motivo de la Semana Mundial de la Continencia, el Consejo General de Enfermería acaba de celebrar el webinar “Incontinencia fecal y urinaria: una perspectiva desde enfermería”. La sesión, organizada a través del Instituto Superior de Formación Sanitaria ISFOS, ha contado con la colaboración de la Asociación para la Incontinencia (ASIA), y en ella han participado la enfermera de cirugía general y estomaterapeuta Yovana Rodríguez Maldonado, del Hospital Universitario Gregorio Marañón de Madrid; Javier García Septiem, jefe de Sección de Coloproctología del Hospital Universitario La Princesa de Madrid; y Maite Carreras Alberti, tesorera de ASIA.
La incontinencia urinaria, y aún más la fecal, es un problema tabú, que desgraciadamente sufren cada vez más personas debido, fundamentalmente, al envejecimiento de la población. Sin embargo, decir que afecta sólo a las personas mayores no sería cierto, puesto que esta patología puede darse a cualquier edad, desde la infancia a la vejez y a ambos sexos. La prevalencia real es desconocida dado que muchos pacientes no consultan por vergüenza, aunque se estima que puede llegar hasta el 20% en grupos de riesgo, como los ancianos o las mujeres que acaban de dar a luz, durante el puerperio.
Más de 1.500 enfermeras se han inscrito para asistir en directo a esta jornada de formación que ha contado con José Luis Cobos, vicepresidente III del Consejo General de Enfermería, como moderador. En su intervención, el representante del Consejo ha destacado el papel de las enfermeras, tanto en la detección como en el seguimiento de estos pacientes: “la incontinencia es un problema infradiagnosticado, porque a los pacientes les sigue dando pudor hablar de ello y no se atreven a consultar. La enfermería de Atención Primaria tiene un papel fundamental en la detección de estos casos y debe ser proactiva a la hora de preguntar sobre estas cuestiones, porque sólo así podrán llegar a tener un tratamiento adecuado. También es clave en el ámbito hospitalario, en el seguimiento y manejo de los pacientes que presentan incontinencia por distintos motivos. Por ello, en la Semana Mundial de la Continencia hemos querido celebrar este seminario web de formación para concienciar a nuestros profesionales y contribuir a la detección y al adecuado manejo de estos pacientes. La incontinencia supone un gran sufrimiento para quien la padece, pero siempre se puede hacer algo para solucionar el problema o al menos mejorar la calidad de vida”.
Por su parte, Pilar Fernández, directora de ISFOS, ha destacado la importancia de la formación en este campo:
“las enfermeras somos clave en el diagnóstico y en el manejo de la incontinencia, por ello, en el marco de la Semana Mundial de la Continencia hemos querido centrarnos en este tema, con una sesión de formación en la que hemos tratado cuestiones como la detección del problema, teniendo en cuenta que al paciente le suele costar mucho hablar de ello y tiende a ocultarlo; la educación terapéutica, nuestro rol como prescriptoras y la importancia del seguimiento”.
Perfiles
Como ha apuntado Javier García Septiem en su ponencia, resulta muy difícil hablar de prevalencia con seguridad, ya que son muchos los pacientes que no se atreven a consultar y optan por vivir con el problema, a pesar del impacto que puede llegar a suponer en su día a día.
Sin embargo, los estudios apuntan a prevalencias del 20% en dos grandes grupos, el de las personas mayores y el de las mujeres en el puerperio.
“No estamos ante un problema que afecte solo a la gente mayor. La mayoría de las mujeres, tras el parto, sufre incontinencia, aunque es cierto que en muchos casos la sintomatología mejora o la mujer acaba compensando esa debilidad, manteniendo una función defecatoria razonablemente buena. No obstante, con el paso de los años, a medida que se debilita el suelo pélvico surge de nuevo esa incontinencia cuyo origen, aunque hayan pasado dos e incluso tres décadas, es en realidad obstétrico”.
Además, la incontinencia puede ser también un problema asociado a trastornos neurológicos, esclerosis múltiple e intervenciones quirúrgicas en la zona anal, entre otras. Por eso, aunque es más frecuente en la mujer, debido a los partos, no es un trastorno exclusivo de este género y son muchas las situaciones en las que puede afectar al varón.
Enfermería
Durante el encuentro, se ha hecho hincapié en el papel que tienen las enfermeras, tanto en la detección de la incontinencia en Atención Primaria, como en el seguimiento de los pacientes desde el ámbito hospitalario.
Como ha señalado Septiem,
“la relación de las enfermeras con sus pacientes no es la misma que con los médicos. Quizás sea por su cercanía, por el tiempo de la consulta, pero lo cierto es que los enfermeras son fundamentales para detectar signos de alerta, que nos hagan sospechar que existe un problema de incontinencia”.
Para Yovana Rodríguez
“en muchos casos, las enfermeras podemos prever situaciones en las que el paciente puede desarrollar una incontinencia, asociada, por ejemplo, a determinadas intervenciones. Adelantarnos e informarles es fundamental para que sepa a qué enfrentarse y cómo actuar. De otro lado, en Atención Primaria debemos prestar atención a aquellos grupos más susceptibles de poder desarrollar este problema, como son los mayores y las mujeres tras el parto, y preguntar”.
Cómo preguntar
El paciente suele ocultar el problema y evita hablar de ello, sin embargo, como apunta esta enfermera:
“hay muchas formas de preguntar, no siempre tiene por qué ser un abordaje directo, sino que podemos ir preguntando por cuestiones como cambios en las actividades diarias y, en su caso, el porqué de estos cambios, etc. Tenemos que ganarnos la confianza del paciente para poder tratar esta cuestión”.
Desde ASIA, Maite Carreras sostiene la importancia de abordar este tema:
“la enfermera debe preguntar por la incontinencia, al igual que lo hace por su alimentación y debe hacerlo en todas las etapas de la vida, porque este es un problema que afecta también a los niños. Si se preguntara de forma proactiva sorprendería la cantidad de gente que mancha su ropa habitualmente y no consulta con un profesional. Hay que ser proactivos porque esta situación no debe normalizarse y esto es lo que suele pasar, que se normaliza y se vive con el problema”.
En este sentido, Yovana Rodríguez añade cómo “muchos pacientes que han superado un cáncer y luego sufren incontinencia piensan que es el peaje que tienen que pagar por haber sobrevivido a la enfermedad. En el caso de las mujeres que han dado a luz, también lo normalizan y creen que es el precio de haber tenido a sus preciosos retoños. Y las personas mayores lo asocian a una condición asociada al envejecimiento con la que tienen que convivir. El mensaje es que siempre se puede hacer algo. En ocasiones, no podemos llegar a controlarlo del todo, pero sí mejorar la calidad de vida del paciente”.
Prescripción enfermera
La competencia enfermera de prescripción de medicamentos y productos sanitarios permite a estos profesionales prescribir tratamientos muy útiles en estos casos, como son compresas, pañales, tapones o sondas. “Gracias a esto, las enfermeras ganamos en autonomía y lo hacemos con un gran beneficio para el paciente y para el sistema, ya que agiliza el tratamiento y supone un ahorro de costes muy importante”, apunta Yovana Rodríguez.
Y es que, la incontinencia genera, por ejemplo, un gran número de heridas en pacientes mayores que, por ejemplo, no utilizan el pañal adecuado y sufren escapes. El manejo de estas heridas conlleva un gasto muy elevado, que puede evitarse si se controla la incontinencia o el paciente recibe el absorbente que más se adapte a sus necesidades.
“Muchas personas desconocen que muchos absorbentes están financiados y los compran directamente en la farmacia, sin haber sido asesorados. Eso no sólo genera un gasto para el paciente, sino también para el sistema, porque al no utilizar el absorbente óptimo, se producen otros problemas como la dermatitis del pañal, que luego suponen un coste aún mayor, aparte de la merma en la calidad de vida”,
explica Yovana Rodríguez.
Desigualdad de acceso a tratamientos
Otro tema sobre la mesa ha sido el del acceso a los tratamientos en el manejo de la incontinencia. Como ha señalado Javier García Septiem, “la mayoría de los pacientes mejoran simplemente con cambios en su alimentación, una revisión de los fármacos, medicamentos para contribuir a la formación del bolo fecal y evitar así escapes… Sin embargo, en algunos casos, hay que recurrir a otro tipo de tratamientos más sofisticados que tienen un coste mayor como es el caso de la irrigación transanal. El problema es que mientras algunas comunidades autónomas cubren total o parcialmente el gasto, en otras no es así y esto genera grandes desigualdades y obliga a muchas personas a asumir el coste o renunciar al tratamiento”.
Precisamente, hace unos meses, el Consejo General de Enfermería llevó este tema al Congreso de los Diputados, donde organizó una jornada en la que los pacientes con incontinencia pudieron plantear sus reivindicaciones a las distintas formaciones políticas para que fueran sensibles a este problema y se adoptaran las medidas oportunas.